jueves, 1 de septiembre de 2011

...sobre la boina mítica del Che.



Este verano he pasado mucho tiempo montada en un taxi (tranquis, no he tenido que bajarme de ninguno nada más subirme, eso sólo lo hago en las grandes ocasiones). Cosas de periodistas, todo el día de aquí para allá, ya sabéis cómo va esto. El caso es que un par de veces he coincidido con un taxista cubano, Rolando. Lleva aquí más de diez años, pero un cubano nunca pierde el carácter cubano, así que los trayectos con él han estado cargados de piropos, ¡cómo no! Así da gusto ir trabajar. Hablar con él me hizo recordar nuestro paso por Cuba. Creo que aún no he superado volver a casa después de conocer aquello, seguramente nunca lo supere. Todos los días algo me recuerda aquellos diez días, a las diez chicas que compartieron conmigo la aventura. A lo mejor me equivoco, pero juraría que pocas veces hemos sido tan felices. O quizá sí, pero no de aquella manera. Dejamos allí algo de nosotras, está claro. Pero lo mejor es que también nos trajimos algo de Cuba en la maleta y en el corazón. Que no olvidemos nunca aquello... y que nunca nos digamos adiós, ¡que eso es pa' los mueltos!